El sistema político ha perdido el control del mensaje, o
mejor dicho, la tecnología les ha dado la posibilidad de llegar más rápido, más
fuerte y a más personas con su mensaje; cosa que algunos aprovechan y utilizan de
mala manera e incluso en algún caso con malas intenciones.
Esta también provoco otro cambio fundamental, le presto
oídos a la gente. Todos tenemos una voz, siempre la hemos tenido, ahora tenemos
oídos que nos escuchan en todos lados, pasamos de hablar con 3 o 4 conocidos a
poder llegar a decenas de miles de personas en un instante, democratizando el
discurso político.
Eso asusta un poco y como todo lleva un tiempo de maduración
en la sociedad, por eso son varios los políticos que pretenden establecer
reglas para tratar de contener el mal uso que pueda hacerse.
El Senador de Frente Amplio Marcos Otheguy, presentó un
proyecto que propone cárcel para quienes difundan noticias falsas a los
electores.
La iniciativa propone castigar penalmente (la pena
solicitada es de dos a cuatro años de penitenciaría) como delito electoral a "La
desinformación o difusión intencional de noticias falsas mediante la
utilización de plataformas digitales de comunicación global, de tecnologías
de internet, de cualquier sistema informático o cualquier medio de
comunicación o tecnología de trasmisión de datos, adecuada para alterar
los resultados regulares de los actos electorales. Esta disposición
alcanza a toda noticia falsa comunicada a través de palabras escritas,
canciones, símbolos, imágenes, grabaciones o videos, que idóneamente
induzca a confusión a los electores”.
Pero ¿quién va a definir si algún dicho, post, tuit, video,
etc. conforma un delito electoral?; este proyecto propone que sea la Unidad
Reguladora de Servicios de Comunicación quién fiscalice y controle la actividad
de las plataformas digitales de comunicación global e internet.
Si bien el proyecto se enfoca en las personas, a veces parece
que demonizan la tecnología, cuando el problema son las personas, no la
tecnología.
¿Qué hay de los medios tradicionales de comunicación; allí
si se puede desinformar?
¿Y si es oralmente, sobre un escenario en un acto político o
en un club o en la cantina frente a la plaza del pueblo que toco en la gira?
También tenemos otras propuestas que no llegan a ser ley ni
incluyen sanciones, como la del Diputado Goñi del Partido Nacional, que pide un pacto
ético digital multipartidario para combatir las noticias falsas, no es el
único.
Se propone no usar bots ni cuentas falsas para manipular
tendencias y la obligación de contribuir al retiro de información que se pruebe
que es falsa o señalada como tal por los mecanismos de verificación
independientes.
Esto mismo ha sido propuesto por el Senador del Frente Amplio
Charles Carrera y por el expresidente de la SCJ Ricardo Pérez Manrique que sostuvo,
"Los partidos deberían decir “nosotros no vamos a acudir a las noticias falsas. Es el gran ejemplo que debería dar todo el sistema político".
El sistema político debe asumir sus responsabilidades y
actuar en consecuencia, pero quién controla esto?, qué sucede si no cumplen?
Pero bueno, hilemos un poco más fino.
¿Qué se consideraría una noticia falsa?
¿Cuánto grado de falsedad o que mínimo de veracidad se necesita
para que sea una noticia falsa y un individuo vaya preso?
Alvin Toffler escribió en La Tercera Ola (1979), “La
comprensión de que ningún conocimiento puede ser completo y ninguna metáfora
perfecta es por sí misma humanizadora. Contrarresta el fanatismo. Concede
incluso a los adversarios la posibilidad de verdad parcial, y a uno mismo, la
posibilidad de error. Esta posibilidad se halla especialmente presente en las
síntesis a gran escala.”
Nadie es dueño de la verdad absoluta y cualquiera por más
equivocado que esté puede tener un poco de verdad en lo que piensa o dice. Así como
sin duda nosotros podemos estar equivocados, aunque sea en una mínima parte de
lo que pensamos. Debemos darnos esa posibilidad cada vez que opinamos de algo o
discutimos con alguien.
“La síntesis a gran escala” y en tiempo real (le agregaría
yo hoy) que mejor forma de decir redes sociales y en especial twitter.
Las noticias falsas han existido siempre y sobre todo en
política, a lo largo de la historia se han compuesto de “una parte de verdad y una parte de mentira, sazonadas con los
prejuicios y preconceptos que tiene el receptor del mensaje”.
He visto y escuchado a muchos políticos de todos los
partidos y a sus simpatizantes; y sin lugar a dudas esta receta siempre ha sido
usada por todos en busca de su objetivo, convencer y ganar votos; “Se hizo rico
con la política”, “Lleva un porcentaje de todas las compras de la intendencia”,
“Va a dormir al parlamento”, “Nunca presento un proyecto de ley”, “No le
importa la familia le va a importar el pueblo”, “Si gana se roba todo”…. y muchas
más.
Esto significa que debamos seguir así, sin duda que NO.
Debemos acordar, comprometernos, hacer un pacto y debemos sancionar a los que hacen un mal uso de la
política, para los que se aprovechan de la tecnología, de los medios y de la gente.
La transformación digital no se centra en tecnología, está
centrada en las personas y en este caso sin duda son las intenciones las que
hacen la diferencia, lo dije convencido o lo dije a sabiendas.
Sin duda que políticos, militantes, candidatos, partidos,
todo el sistema; son los principales responsables de que estas cosas no
ocurran. Comprometerse a un uso adecuado de la tecnología para no esparcir ese
tipo de información y mucho menos producir este tipo de noticias es fundamental;
claro que mucho más es cumplirlo.
Pero en definitiva los responsables somos todos, de
compartir aquello que entendamos es cierto, de tratar de verificar mínimamente
la información. Aunque no siempre lo será, pero la diferencia está en la
intención o intencionalidad que tengamos al compartir.